Despertar a la universidad mexicana; en mucho, laboratorio efectivo del conformismo social, resulta interesante; especialmente porque la mecha se prendió en instituciones privadas ligadas al conservadurismo mexicano. Escribir o vocear frases sin concepto; evidente al no explicar los estudiantes su fundamento, denotaron la coincidencia textual con otras de discursos y promocionales partidistas, haciendo sospechosos los motivos y el fondo netamente estudiantil y apartidista. El simultáneo llamado a tomar las calles y la convocatoria a las marchas estiraba a la unilateralidad y monotemática; pero la espontaneidad sumó expresiones con otras consignas y patrocinadores, hablando de partes y contrapartes en un campo minado por la desesperanza.
No obstante, universitarios de instituciones públicas y privadas, así en grueso, sin ahondar en ideologías, ni en los niveles de conciencia expuestos en sus tribunas, van evidenciando que pronto pueden sacudirse el aliento de partidos, profesores y oportunistas tras bambalinas y encontrar causas comunes de mayor fondo que afectan auténticamente su futuro ciudadano ante la pobres expectativas de empleo, desarrollo socio-profesional y calidad de vida. Simpatizo con un proceso que a ello condujera, porque estarían sincronizando su inconformidad con los jóvenes que ya viven en carne propia los estragos de la globalización, y han descubierto las mentiras que la mercadotecnia educativa promete, sólo como señuelo para captar sus recursos financieros, incluso en las instituciones públicas, como bien denuncian los jóvenes en Canadá, Italia, España, Alemania o Francia, países centrales; pero también, el callejón sin salida de la economía de mercado que tiraniza a los países periféricos o semi-periféricos, o sea, a los jodidos.
Repruebo sean carne de cañón y les roben y reduzcan tanto su individualidad, como colectividad, con el 132. Aplaudo hagan un frente por sí solos, y obliguen a soluciones puntuales a los problemas urgentes que más de 14 millones de jóvenes mexicanos tienen en sus manos. Lo que nuestra generación no supo hacer para sí, ni para ellos.