domingo, 3 de junio de 2012

Las ataduras del conformismo social, por Rodolfo Esparza Cárdenas

Madero escribió haber cobrado conciencia de los efectos de la dictadura de Díaz, cuando en la represión policíaca perpetrada por el general Reyes contra opositores pacíficos a su reelección, resultaron víctimas fatales jóvenes ricachones y parientes suyos. Los incontables encarcelamientos, desapariciones, asesinatos, suscitados por el porfirismo, habían sido para él sólo noticias de la prensa. Sufrirlo en carne propia, le hizo actuar para cambiar las condiciones políticas del país. En el México de hoy, un empresario, un poeta y una maestra, a raíz de la lamentable muerte de sus hijos a manos de la delincuencia, cobraron relevancia como líderes de movimientos ciudadanos, que enfrentan a la corrupción, a la ineficiencia y al contubernio de la policía y el poder judicial. Otros cientos de padres, ultrajados por hechos similares; muchos, desde antes sangrando en el anonimato al que los confinó su condición económica o social, forman hoy contingentes, cada vez mayores a consecuencia del fracaso de las políticas gubernamentales. Ninguno de los líderes figuraba entre los luchadores de los derechos civiles, ni pertenecieron a organizaciones que buscaran sanear las instituciones mexicanas de justicia; tal vez su militancia en algún partido se registre, pero no destacadamente; nada se conoce en estos términos; todo indica que hasta no vivir su desgracia, sacaron casta y echaron a andar capacidades, contactos y recursos para la movilización ciudadana. De su causa y dolor, los políticos profesionales han sacado raja y quieren seguir sacando; los otros miles, todavía anónimos, les interesan, en la medida que sean masa solidaria e igualmente sufriente.
Otras recientes acciones violentas contra amplios sectores de mexicanos, está la nueva ley de pensiones del ISSSTE, la práctica del outsourcing, el deterioro intencionado de la medicina social y de los servicios del IMSS y del ISSSTE, la ineficiencia del sistema educativo nacional; y ante tales atrocidades: la incapacidad de movilización social solidaria, ni siquiera la de los directamente afectados en su futuro. Común denominador de los casos expuestos es, sin duda el conformismo social, resultado de procesos sociales promovidos desde las esferas del poder financiero y político, a través del la educación y de prácticas gubernamentales a su servicio; incluyendo movilizaciones artificiosas, seudo multitudinarias, diseñadas para mantener conductas inhibitorias de la conciencia en el proceso de construcción de la realidad. En fin, un cambio profundo tendría que empezar por revertir dichos crímenes sociales; mas sobre éstos ¡no hay propuestas!

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