Necesito a alguien que me indique la salida de éste espeso túnel en que me encuentro. Parezco feliz…?
No… no te lo creas. Tu bien sabes que no es así. Las caras, las fotos siempre mienten, esconden el alma de la gente, todos llevamos una máscara para actuar en éste gran circo: la vida, la vida con su gran público que también va fingiendo su cordura.
Si me vieras dirías: Has encontrado la felicidad! Te habría engañado, habrías caído en mi trampa. Pero a ti no puedo mentirte, estoy más sola que la propia soledad… Preguntas que me pasa? Me pasa que no puedo tolerar tu ausencia. Odio el vacio que dejas en mí… Me pasa que te amo.
Quiero besarte, quiero sentir cada una de las cosas que tú sientes, hasta tus desamparos y tu dolor. Quiero olvidarme por un instante de la dolencia que me causa tu distancia. Cerrar los ojos y dejarme ir… No, no, no… le temo a la herida!; o tal vez si! Un aleteo leve, casi nada… Si, si, si…! Me gustan tus besos, son blandos y húmedos, siguen mi boca sin prisa como el mar calmo y finalmente te lanzas como un pez volador a encontrarte y atarte a mis profundidades, laberintos oscuros, ecos sin voz. Saliva tibia con aliento a futuro incierto y menta. Futuro azaroso… tal vez feliz, tal vez fortuito, tal vez con el sonido de miles de copas de cristal estrellándose contra una pared…
Me besó una, dos, tres, cien veces hasta llenarme la boca de vacios. Hasta desbordarme la boca de pesares. Hasta que la enfurecida bestia que me habita en su ausencia se fue aquietando y se durmió en su beso…
- Flavia López Amitrano
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