viernes, 2 de marzo de 2012

La revolución de los estúpidos.

Ciudad de México, marzo de 2012. Guillermo FadanelliLuis Muñoz Oliveira Arnoldo KrausEduardo Thomas Kyzza TerrazasAlina Rojas Leonardo Da JandraLuigi Amara Vivian Abenshushan Rodrigo Márquez Tizano Yolanda M. GuadarramaYoshua Okón
PRESENTACIÓN
El texto que viene en seguida proviene de la conversación y el encuentro de opiniones entre personas que consideran crítica e insoportable la actual situación del país: una sensación bastante común en nuestros días. Se trata de un conjunto de principios o puntos de partida que buscan la reflexión, aprobación y apropiación de los lectores con el propósito de poner en marcha acciones civiles efectivas que no necesariamente tengan que pasar por instituciones o partidos políticos, es decir acciones que intenten poner límites a los agravios sociales y económicos que constantemente sufren los ciudadanos en su vida cotidiana. Para ello se puede actuar a pequeña escala según las posibilidades de cada quien, formar grupos, proponer reuniones para tratar los asuntos comunes, denunciar, señalar a los delincuentes, pelear para no continuar siendo víctimas de la criminalidad, la corrupción, la burocracia y los abusos del poder económico. No esperemos que el poder político y el económico resuelvan los problemas más graves de la sociedad: no lo han hecho, ni podrán hacerlo si el ciudadano no se rebela y se convierte en actor principal.
     Los siguientes no quieren ser principios dogmáticos ni parte de un programa político ortodoxo, sino puntos de encuentro para llevar a cabo reflexiones y acciones que ayuden a la comunidad a defenderse en una sociedad cada vez más injusta. Cada quien, desde su posición en esta sociedad, puede contribuir a divulgar y reforzar las ideas de este documento que le parezcan más convenientes. Varias personas hemos conversado sobre preocupaciones comunes y hemos coincidido en que los principios o puntos siguientes pueden ser valiosos para pensar la sociedad de manera distinta, sin necesidad de enredarse en las formas tradicionales de hacer política: no todos hemos coincidido en todos los puntos, pero las discrepancias han sido en este caso más bien una suma que una resta. En el curso de la discusión, además de obtener nuestras propias conclusiones, nos hemos apropiado de ideas convenientes para los fines que perseguimos sin detenernos a pensar si estas ideas, o sugerencias prácticas, provienen de tal persona o grupo (buscamos ideas y soluciones, no líderes o caudillos). Este escrito se añade a otras manifestaciones que desean en nuestro país y en la sociedad contemporánea un cambio profundo y sin violencia a través de la acción y de un mayor peso del ciudadano en la vida civil. Hemos elegido la palabra Revolución pese a su viciado contenido histórico, sin embargo creemos que son las acciones las que dan nueva vida y sentido a las palabras. Los puntos siguientes no han sido escritos en orden de importancia.  
1.- Revolución sin violencia: una nueva ética civil. La percepción que un considerable número de personas tiene acerca de la crítica situación social que priva en México y la conclusión de que se ha llegado a un límite insoportable para sus habitantes obliga a tomar acciones que en otras circunstancias parecerían radicales o parciales. El fin de este documento es describir algunos principios sencillos de cumplir, y proponer desde una posición de ciudadanos o habitantes agraviados una concepción diferente de lo que significa una revolución o modificación de la vida social desde sus raíces. Con el propósito de progresar resulta necesario cambiar la visión convencional que se tiene de los asuntos públicos y en general de lo que debe ser una buena vida en común. En la actualidad parece necesaria una nueva ética civil cuya fortaleza provenga de la sociedad misma, de las personas comunes, y no solamente de las instituciones tradicionales dominadas y administradas en la actualidad por organizaciones políticas y grupos de poder económico que en su gran mayoría velan por sus propios intereses y que han demostrado ineptitud para crear equidad, justicia y seguridad entre la población.
2.- Hay que restaurar la buena convivencia en comunidad. Los agraviados deben sumarse.
3.- Desde cualquier lugar que se ocupe en la vida social es posible hacer presión, y no solamente desde una posición privilegiada. Si las revueltas y revoluciones violentas no hubieran en lo general demostrado su ineficacia y su estrecha relación con nuevas formas de tiranía y abusos de poder, sería natural crear un movimiento de rebelión social cuyo fin sería la destitución y enjuiciamiento de la clase política, así como la restauración e innovación de las instituciones para que funcionen adecuadamente en la búsqueda del bien común.  4.- Comunicación sumada a la crítica, no nada más entretenimiento. Decimos no a cualquier monopolio en los medios de comunicación.  5.- La democracia no se ejerce sólo a través de los votos.   6.- Debemos aprender y comprometernos a actuar como ciudadanos. 
7.- Desde la posición del ciudadano hay que exigir a los gobiernos y a sus empleados cumplir sus obligaciones.  8.- Reconstruir la federación desde los cimientos y a través de los ciudadanos.
9.- Los sindicatos han creado sólidos sistemas de privilegios. Hay que oponerse a su poder totalitario, e intentar la creación de pequeñas asociaciones que desconcentren ese poder o al menos le impongan límites.   10.- La equidad y el bien social ponen límites a la libertad.  11.- Globalización sin deterioro de la economía, la ecología y la cultura.   12.- Unos minutos diarios para denunciar a los corruptos y criminales.  13.- Son indispensables instituciones flexibles hechas a la medida del hombre.  14.- El poder económico no debe dictar políticas públicas.   15.- Para lograr la buena convivencia y la equidad económica nadie debería enriquecerse si al hacerlo provoca la pobreza de otros.  16.- Los especuladores financieros son un problema público. Toda riqueza creada debe a su vez crear bienestar a los demás.  17.- Los ciudadanos tienen que señalar y denunciar a los delincuentes, a los malos políticos y a los empresarios deshonestos.  18.- Hay que comenzar una lucha real (no sólo a través de los votos) para recuperar la sociedad y el país como lugar para la buena convivencia.  19.- Solidaridad y unión con las expresiones independientes que reclamen justicia en cualquier aspecto del ámbito público.   20.- Limitación y regulación de las herencias y de las grandes riquezas.  21.- No nada más teorías, sino acciones. En un estado de crisis es conveniente que las palabras estén acompañadas por actos. La política no se agota en la obtención de cargos públicos, en el apoyo o creación de partidos políticos, ni en la toma de los poderes del Estado, sino en la construcción de caminos alternativos a los tradicionales para procurar la buena convivencia, el mejoramiento de la vida cotidiana y la equidad económica y social.

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